La PARADOJA del AMOR
Dicen que el amor mueve montañas… mueve fronteras… barreras…
Que El Amor mueve el mundo…
Pero entonces, ¿Cuál es la paradoja del amor?
El amor es esa palabra que nos llena la boca, es esa emoción que nos hace hacer locuras, que nos pone al límite, que nos hace cuestionarnos nuestra vida; es una de esas emociones que igual nos hace sentirnos en lo más alto, como de repente sentimos que no somos nada. Es la que nos hace ser generosos, a la par que egoístas. Pero, independientemente de cómo lo sintamos y describamos, lo que está claro es, que es absolutamente necesario para estar en equilibrio.
Lamentablemente, en muchas ocasiones nos empeñamos en buscar este amor fuera, sin antes sentarnos con nosotros mismos y conocernos, sin intimar con nosotros, sin dedicarnos tiempo… Y entonces, empezamos a buscar fuera cuando en realidad no sabemos ni lo que tenemos dentro.
Puede que nos pasemos semanas, meses o incluso años buscando a la persona que nos complemente. Puede que la conozcamos y nos ilusionemos y desilusionemos constantemente… Pero si no nos queremos a nosotros mismos no vamos a encontrar a nadie que nos quiera de la manera que necesitamos ser queridos y vamos a sentir que vivimos en una montaña rusa constante. De ahí la importancia de la proyección que hagamos de nosotros mismos, es decir, nosotros emitimos una señal y solo aquel que esté en nuestra misma frecuencia nos va a saber leer y se acercará a nosotros. Por eso es tan necesario cultivar nuestro amor propio, para poder atraer todo aquello que resuene con nuestro mejor yo.
Pero aún con nuestra mejor versión y en la frecuencia perfecta, vamos a seguir viviendo situaciones que en determinados momentos puede que ni entendamos.
¿Cómo puede ser que cuando mejor estoy con mi pareja de repente sea cuando más conflictos tenemos? – Curiosamente esta es la paradoja del Amor.
Una de las paradojas del amor y de las relaciones de pareja es que cuando mejor van las cosas y más queridos nos sentimos, de repente empezamos a sentirnos emocionalmente más distanciados pudiendo en algunas ocasiones incluso tener reacciones que podrían considerarse poco amorosas. Y es que es cuando nos sentimos seguros y nos volvemos a abrir al amor que nuestros sentimientos no resueltos, emociones reprimidas, traumas y miedo a ser rechazados empiezan a resurgir.
Sería como si a lo largo de nuestra vida fuésemos apartando todas esas emociones en algún rincón en nuestro interior y las fuésemos acumulando allí, donde permanecen tranquilas y en silencio, pudiendo incluso darnos la sensación de que han desaparecido completamente hasta que de repente viene algo que las reactiva. Es entonces, ante el terremoto del amor, cuando nos sentimos seguros de ser nosotros mismos y nuestras emociones reprimidas y traumas salen a la luz con la intención de ser sanados y liberados.
Pero hay que tener cuidado, porque estas emociones normalmente no salen saludando y presentándose al mundo amablemente con un “hola! Soy la emoción traumática de Noelia…” Sino que poco a poco, estas emociones y sentimientos no resueltos empiezan a reflejarse en nuestra relación, mostrándonos irascibles, a la defensiva, críticos, exigentes, resentidos y/o enfadados. Es como si estas emociones no resueltas estuvieran esperando a que nos sintiéramos queridos para salir a la luz para ser curadas por ese amor que ahora nos rodea.
Es aquí cuando hay que ser conscientes de que si somos capaces de lidiar con estos sentimientos, nos sentiremos mucho mejor y nuestro potencial creativo y de amar se expandirá. Pero si por el contrario, buscamos el conflicto y culpamos a nuestras parejas en vez de intentar sanar nuestro pasado, lo único que conseguiremos será molestarnos y volver a suprimir esos sentimientos generando de nuevo otro bloque de hielo que no nos permitirá ver lo que realmente tenemos dentro.